En una fría tarde de invierno el 23 de febrero de 1905, en “una habitación pequeña, no muy bien iluminada con un escritorio y tres o cuatro sillas incómodas sillas, un perchero en el rincón, uno o dos cuadros y plano de ingeniería en la pared”, nació Rotary, en un acto que más tarde sería calificado como el “Milagro de la Calle Dearborn” de Chicago.
A través de sus 108 años de vida, Rotary ha extraído de la sabiduría y la moral de los siglos, la filosofía de desarrollar la amistad y el espíritu de servicio, como las más grandes virtudes para lograr la paz entre los hombres y embellecer la vida. La Teoría y la acción rotaria deben ser llevadas a la práctica en todos los campo, en todos los tiempos y circunstancias, con inteligencia, fe y sinceridad.
Esa esperanza que es la gozosa certeza de que en el mundo hay más amor que odio y de que siempre habrá un amanecer y que el fruto natural de la esperanza, es la alegría, acompañada inseparablemente de la verdad y la justicia.
Santo Tomás no podía o no quería creer que Cristo había resucitado: que la luz era más fuerte que la noche. Nuestros contemporáneos parecen no creer que la vida es don maravilloso; y que cada día es una reafirmación solemne del gran principio que conduce la historia del universo: siempre amanece.
En el mundo han pasado millones de cosas, entre ellas muchas sórdidas y feas; pero nunca ha dejado de amanecer. La luz del alba puede a lo sumo demorarse, hay noches de invierno, noches polares, noches lunares que pueden prolongarse horas, semanas y aún meses; pero siempre amanece.
El hombre tiene derecho a la esperanza de un nuevo amanecer. Y Rotary debe ser para el mundo signo y fuente de esperanza…Sin necesidad de salirse de una visión realista, los Clubes Rotarios deben convertirse en lugares de optimismo, donde todos sus socios se entreguen resueltamente a discernir los aspectos positivos de las personas y de los acontecimientos.
Sin la alegría de la esperanza el hombre ya está muerto de hecho. Tal vez sea esta la misión más urgente para el mundo de hoy: enseñar a descubrir y dar de beber en las múltiples fuentes de alegría y esperanza que abundan en el mundo.
La próxima vez que alguien codifique los derechos humanos hará bien en acordarse del derecho a la esperanza.
Rotary nos entrega a cada uno de nosotros las herramientas adecuadas para que tracemos y abramos caminos de paz. Debemos transformarnos de pacifistas en pacificadores, en personas y clubes que lleguen al corazón de cada ser humano con nuestro mensaje y que las obras que realicemos, sean realmente fuentes de alegría y de esperanza que siempre lleve la luz de un nuevo amanecer.
“En Rotary, si estuviese todo hecho, entraríamos en una etapa de decadencia y sería el principio del fin como institución” nos ha dicho nuestro fundador Paul Harris, para indicarnos en forma perentoria que la rutina y la mediocridad no tienen cabida en el que hacer rotario.
Por Fernando Amengual del Campo de Rotary Club Cucuta
Felicidades a todos los compañeros a lo largo y ancho de todo el mundo!!!
Alvaro Melgarejo